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En medio de una elegante fiesta de la socialité, María Inés
abandona el recinto, dejando a su marido, a su clase social
y a sus amigos para irse con Rodrigo, un estudiante universitario,
siguiendo un destino incierto y riesgoso. Pero este hecho
–en apariencias escandaloso- es solo una pieza de un rompecabezas
donde el autor, con deliberación, entrega pistas y datos
aislados, obligando al lector a unirlas y a entender un
universo regido por las reglas del decoro y el apego a las
convenciones sociales. Y todas las restantes piezas del
rompecabezas literario que antes propuso, hacen sentido
en esta novela construida de detalles, bañada por una cinéfila
absoluta y recorrida por personajes solitarios que viven
rodeados de gente, que aman y odian las luces de neón, los
edificios y los callejones. Que recuerdan, pero desconfían
de su propia memoria y temen al olvido. Que se enfrentan
a momentos decisivos en distintas etapas de la vida, porque
la rutina y el protocolo los esclaviza. Todos ellos esperando
por esa lluvia purificadora que les permitirá tomar decisiones
y sobrevivir en un mundo extraño. Porque, finalmente, “la
vida es así, y hay que asumir el riesgo de vivirla”.
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