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Fragmento del libro

DESAPARECER

Por las mañanas, camino sin despertar aún, no puedo dormir, los recuerdos, la sangre se apoderan de mí y transitan con lentitud, con letargo, en nuevo despertar.
Poco a poco va llegando la realidad, una realidad cruda, lastimera, cruel, que tiene la visita de la muerte inesperada, abrupta e ingrata. Esperaría que todo fuera producto de un mal sueño, de un mal juego de la psique.
No es un sueño, te has ido, me abandonaste.

¿Por qué te fuiste sin mí?, esperándote, pensándote, rogando a los cielos no tener que pasar por este sendero de profunda tristeza. Pero, la realidad me abofetea la cara, ya no estás, como antes, pero siento tu existencia y rindo honores a cada día que viví junto a ti.

- Mami, hoy he llegado a una conclusión…
- ¿Qué es?
- Cierto que hoy se habla de la diversidad de las personas, de razas, de sexo, de religión, de política…
- Lo interrumpo- y le dijo- ¿sí?
- Bueno es que me gustan las niñas, aunque son difíciles de entender, un día te hablan al otro no…
- Por lo tanto… -y bajo el volumen de la música para oírlo mejor-…
- Por lo tanto, mamá, debo decirte que soy lesbiano…
- ¿Cómo?... surge en mí una leve risa, risa de mamá extrañada por tal inferencia.
- ¡Si, po’, es obvio, me extraña que no te hayas dado cuenta… o sea…
No puedo evitar reírme, y lo reconozco, las risas de las mamás son burlescas, entre que dice, y que mal estamos, o quien se lo dijo…
- Soy Lesbiano porque me gustan las mujeres. No sé por qué te asombras, no lo habías notado, ¿en qué mundo vives mamá?…

Siempre, con tu glamorosa imitación, de Trump, o de algún gesto, de algún meme de moda. Me parecía muy divertida tu ironía, tus dichos que siempre regalaban la sencillez de la vida, las ideas nuevas y frescas de una mente joven y desprejuiciada.
Mirándome y diciéndome: “¡Mamá, que eres enrollada!”.
Los vuelcos de la vida son tan misteriosos, que no alcanzamos a descifrarlos, ni mucho menos a percibirlos, con una gran cuota de dramatismo debo decir que somos un soplo, un momento, un rato, una idea en el pensamiento de otro, un recuerdo, una palabra, una analogía, un deseo, una aspiración, una compañía, un juego de Dios, una copia, un gesto, en fin, los recovecos de la existencia misma son un misterio inagotable, por momentos me dejo llevar, por tu existencia y por todas las lecciones que accidentalmente o quizás no, me diste.