La
pluma de oro
Jorge
Cancino
" Rrose selavy
Rose est la vie
Eros c'est la vie"
Marcel
Duchamps
Adela Sender con paso seguro y pecho turgente tostado por el sol estival,
luciendo una escotada y dimunuta solera rojo veneciano con uno de los
breteles caído más abajo del hombro derecho, se desplazaba
con aire sensual por la Costanera ante los ojos libidinosos de los marinos
que custodiaban la zona de "emergencia" según el Bando
# 8 emitido por la Superioridad Naval. Pero,los territorios rigurosamente
vigilados,jamás inquietaron a la amante del Capitán General.
Ebria de extrañas sensaciones entró a su apartamento situado
en el penthouse del condominio Hangaroa con eterna vista al mar.
El calor era sofocante; la ducha fría resbaló fresca y
acariciante por todo su cuerpo,calmando un poco las ansiedades causadas
por la ruptura de su noviazgo con un hombre de existosa situación
económica y personaje de extrema confianza en las altas esferas
del gobierno militar.
Adela,sabía que estaba jugando con fuego,pero se dejaba llevar
por su instinto femenino y esperaba el desarrollo de los acontecimientos
como quien aguarda los txiquitos y la sidra en una Tasca de la calle
Fermín Cabelton en una atardecer en San Sebastián.
Envuelta en una toalla "Cadwell Cotton Loops",salió
del baño hacia el bar ubicado frente a un largo ventanal que
ofrecía una espectacular vista panorámica,de la costa
norte de la hermosa ciudad turística.
Cuatro cubos de hielo sonaron alegres al caer al fondo de un ancho vaso
de cristal; que luego la Vodka Deneka que Adela bebía con placer
los ahogó con lentitud.
En verano se hace más apremiante el deseo de evadirse de lo habitual
y tomarse una merecida temporada relajante, era tan necesario como una
burbujeante Alka-Seltzer,después de una noche de juerga,pensaba
Adela con las vista tendida sobre el horizonte.
Después de las canículas de verano,viene el mejor momento
para ir a Egipto,visitar Assouan y disfrutar de la tranquilidad del
Nilo.
La temperatura es aún caliente ,pero el calor agradable. También
podría irse a dormir al lujoso Hotel Tivoli de la avenida Liberdade
en Lisboa,donde François Truffaut comenzó a rodar la primera
secuencia de su filme "La piel suave". La campanilla del teléfono
la volvió a la realidad. Una voz lejana y angustiada le decía
que tenía serios problemas. Adela, frunción el ceño
y preguntó con vehemencia.
-Quién cambió el "programa"!?
-Teníamos un plan perfecto!
-Tú sabes quién cambia todo...respondió la voz
distante.
-Ah! Debí suponérmelo,soy una estúpida, exclamó
aírada Adela, y agregó: llama inmediatamente a "Hard".
Eso es todo. Y con un seco adios,cortó la comunicación.
La toalla que la cubría cayó al piso; malhumorada se tiró
sobre un amplio sillón de cuero echando la cabeza atrás,sacudiéndola
con fuerza,con los ojos cerrados,como queriendo ahuyentar los malos
presagios que significaba la llamada telefónica.
Abrió los ojos y los fijó sobre "L'Oeuf de L'Oeil"
un óleo de Matta que había comprado en la exposición
del Centre Georges Pompidou, cuando era modelo de afamados modistos
europeos,y su vida diferente. Los recuerdos la tenían harta.
Ahora más que nunca ansiaba la libertad para hacer realidad todos
sus sueños, y sus deseos de volar como una pájaro hacia
lo desconocido; dando rienda suelta a ese mundo interior que por años
no podía sacar afuera y expresarlo con toda la fuerza de su temperamento
reacio a la sociedad en que estaba viviendo.
El
calzón bikini de seda negra "Victoria's Secret" cubrió
lo necesario para que Adela no se sintiese desnuda. Un blusón
de lino blanco, diseño de Hiroko Koshino de New York,llegó
justo hasta la mitad de los muslos bronceados y tersos de la delicada
mannequin. Calzó finas babuchas de cuero negro opaco de Angelo
Gucci. Un toque de la individual fragancia de Diva,dejô lista
a Adela Sender para asistir a una ceremonia Oficial en el Palacio de
Toesca.
Su esbelta figura reflejada en el espejo del vestidor le recordó
la frase de su amigo Giorgio Armani en el Palazzo de Milano: "L'élegance
dépase le temps".
Los
guardias de seguridad,como medida de prevención,desayunaron antes
que el Capitán General. Las frutas con miel,cerales y youghurt
de bajas calorías,dejaron bien preparado para el resto del día
el organismo del omnímodo militar.
Luego comenzó a vestirse. Se quitó la bata de seda china,se
puso calcetines grises de hilo mercerizado y zapatos negros .Camisa
blanca y corbatín del mismo color; pantalones y guerrera de reglamento
para las grandes ocasiones. Frente al espejo cepilló sus cabellos
canos,mientras que su asistente tenía en sus manos la gorra de
corte germánico con laureles dorados en la visera.
El celular sonó discreto, una acariciante voz femenina hizo sonreir
con malicia al Capitán General que,en el breve plazo de quince
minutos firmaría varios decretos ministeriales y algunas sentencias
de prisión o destierro para personas contrarias al régimen.
Agradeció la llamada y el valioso obsequio recibido. Deslizó
un suave "hasta pronto" y desconectó el teléfono.
El
Capitán general franqueó el umbral del Salón Rojo
y avanzó solemne hacia su escritorio de caoba de Curazao,regalo
del Presidente de Filipinas. Todo su gabinete político,los altos
mandos de las Fuerzas Armadas,Servicios Especiales de Seguridad,y policiales
estaban presentes; también las carpetas con decretos y sentencias.
El autócrata militar,tomó la lapicera de oro, y pensando
en Adela, la introdujo con voluptuosa lentitud en el tintero de plata
hasta producir una hermosa explosión de color anaranjado,justo
en el instante en que despejaba del aeropuerto internacional de Pudahuel,
el Boeing 747 de Lufthansa,llevando a bordo a la hermosa Adela Sender
que,llegando a Barcelona pensaba irse "de copas" por los bares
de la ladera del Tibidado y mirar desde allí a la ciudad de Gaudí,en
compañia de Wilkie Collins Jr.,autor inglés del best-seller
policial titulado: "The Golden Pen".