Biografía

Ricardo García nació en Tomé, Provincia de Concepción, en 1943.
En 1971 funda y dirige la revista de literatura Germinal que cierra sus puertas en septiembre de 1973.
En 1994 comienza la revista de poesía La Garza Morena cuyo propósito es difundir, rescatar y promover escritores chilenos.
En 1997 inicia las Ediciones de La Garza Morena, que a la fecha ha editado veinte libros de diferentes autores con ilustraciones de portada de Carlos Ossandón, Carmen Aldunate, Mario Toral, Gracia Barrios, Mario Murúa.
En 1997 publica su novela Amanecer.
En 1999 edita su libro de cuentos Revoltijo.
En 2001 edita su tercer libro A toda máquina, cuentos.
Ese mismo año publica un cuaderno con el poema Lota Bajo la Lluvia.
En 2002 inicia la publicación de Cuadernos Literarios, una serie destinada a mostrar la obra de distintos escritores.

 

 

Lota Bajo la Lluvia

A la combativa ciudad de los mineros del carbón


¿Dónde pongo la lluvia para encontrar mi estrella?
¿Dónde nace una estrella, mientras porfiada cae la lluvia sobre Lota?
Un enjambre de lirios adormece mi angustia:
sordo jardín de espanto de lo que pude ser y no seré.
Nadie podrá librarse. No puede resistirse el embate del tiempo.
Cuando llegas a Lota en plena madrugada
la lluvia te bautiza por los cuatro costados,
en medio de la lóbrega la lluvia se desgrana.
Lota permanece como un caballo al viento
pronto a emprender el vuelo.
Bajo la descampada
largos brazos azules buscan su terciopelo
y van en pos de ausencia hacia donde no vuelven.
Bajo la escampada recorramos las calles, amor,
llenemos de ojos las vitrinas, de recuerdos las mochilas ardientes.
Por el camino viene un hombre con un saco de pájaros al hombro.
Calienta tus zapatos en la cocina a leña.
Vamos a cabalgar un caballo de palo.
Dame tu mano, amiga, pero que sea firme.
Vamos a limpiar sillas para reparaciones.
¿Soñemos atardecer en un ventanal marino?
Barniza la manera de recuerdos pendientes.
Vamos a tomar chicha en un boliche oscuro.

Dame no más la mano, yo te estoy vigilando,
y recojamos piedras saturadas de olvido.
Compartamos el pan con la señora Italia, madrina de poetas.
Vamos a comer playa de dorados membrillos.
Ven junto a mí, amada, plantemos la rodilla sobre la arena fina
y elevemos un ¡ay! al infinito,
por lo que hemos sido, por lo que no seremos.
Llevémonos durmientes mientras están durmiendo,
rojo pellín, fragancia de madera;
construyamos un nido de sueños y entresueños.
Y la Piedra León duerme su corazón de piedra junto a la persistente.
Inconmovible ola en su vaivén eterno eterniza el anhelo.
Mira cómo se mece de colores el viento.
No hay nada más hermoso que comer tritre ahumado
y pebre ají picante y una caña de vino, sentado en la cuneta.
Después... vuelve el enjambre como disimulando...
Lota bajo la lluvia es un caudal de sueños.

 

Defensa de Caín

Mi madre no fue Lilith.
Soy de linaje noble
Vengo de los ríos profundos del olvido
donde la noche canta envuelta en su silencio;
donde el carbón de un ala me roza levemente
cada vez que me pierdo en negras fantasías.
Para enlutar mi voz
cabalgo inapelable sobre un dragón de espanto,
ensoberbecido
como legión de gusanos en su carroña:
canción de gota persistente,
levadura embriagante más que trementina.
Yo no nací perfecto. Mi vida no fue fácil.
No me he quejado nunca contra viento y marea.
A nadie pedí ayuda. Sólo invoqué Tu Nombre.
Sembré la semilla con mi empuje de hombre
en los surcos que abrieron la fuerza de mis brazos.
Soy el aborrecido engendro de la Historia.
Nunca fui comprendido.
Me insultan los villanos lobos con piel de oveja.
Permanezco en silencio junto a una cruz de hielo
donde la luna teje la luz de su misterio
colgada del trapecio de la noche.
Mi estirpe numerosa como la arena fina,
vaga por los confines con la marca en su frente
esperando el momento del paso luminoso.
Mas,
no seré juzgo hasta el último instante
cuando por fin la muerte me engalane de sombras.

A vosotros impíos, que me habéis condenado
sin saber mis razones, os contaré la historia:
Yo amaba la fragancia de la tierra regada,
el olor a sudor de mis manos curtidas.
Amaba el remanso del río imperturbable,
el brote alegre nacido una mañana,
la espiga cimbrada por el viento...
Amaba el tesoro agridulce de la fruta temprana,
la abeja reluciente borracha de ambrosía.

Amaba a mi hermano sobre todas las cosas.
Hasta mi soledad llegaba el caramelo de su flauta de caña.
Abel permanecía paciendo su rebaño;
bajo cielos cuajados de arreboles
oteaba el horizonte en silencio perfecto.
¡Cómo no iba a amarlo
si lo llevé en mis brazos a remontar el vuelo!
Fuimos por los collados, los montes, la llanura,
alegres camaradas ebrios de libertad.
Le enseñé cada cosa del tiempo y de la vida.
Le daba la primicia de la fruta más dulce.
Pero a quien más amaba era a ti, Padre Eterno.
Cada amanecer arrodillado invocaba Tu Nombre.
Bajo el jardín florido de la noche invocaba Tu Nombre.
¡Y Tú no me escuchaste!
Llevé mi ofrenda al punto señalado.
¡No la aceptaste!
Supliqué, perdido en mi locura.
¡Me depreciaste!
Me mostrabas la senda de los pasos perdidos.
Pero... ¡no me ayudaste!
La tierra desdibujó hasta la sombra de mis huellas.
¡Me perseguiste!
Un trozo de granito anidó en mi corazón.
¡Me olvidaste!
Mil años de tristeza demudaron mi rostro.
¡No me quisiste!
Tu bendición no recayó en mi siembra.
¡Me castigaste!
¿Qué podía ofrendar para ser aceptado?
Y te di en holocausto
¡Dios mío!
la primicia de lo que más amaba:
¡¡La vida de mi hermano!!
“Elí, Elí,
¿lama sabactani?”