Ocurrió,
pues, que los dos queríamos llevarle una tarta, para
darle una sorpresa el día de su cumpleaños.
A mi madre, su mujer. Ocurrió que, sin embargo, yo
estaba tieso y él igual, como de costumbre; pero
él estaba decidido a entrar en aquella pastelería
y coger la tarta por la cara, a coger aquella mierda llena
de chantilly y salir echando hostias por la avenida. ¡Un
viejo de más de setenta! Y ocurrió, cagoenlaputa,
que yo estaba justamente por allí haciendo la ronda,
con un mosqueo del copón, y entonces empezó
toda la movida, el follón de coge aquí, suelta
allí que te calienta, y ocurrió que no me
hizo caso y que tiré y que le metí un balazo
en la espalda a aquel desgraciao. ¡Y mira que le dije
que se estuviera quieto! Estaba para morirme... y disparé.
Y pasa, entonces, que adiós a la tarta para la vieja;
ni por parte del viejo, que está asistiendo a su
propio entierro, ni del hijo, que se cargó a tres
de un solo tiro. Puede ocurrir ... y ocurrió.
Blas Belmonte (español) & Liu Sai Yam
(chino) Brasil
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