Jorge Etcheverry
Las hijas del fuego
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"Las hijas del fuego". Palpo con mis dedos, como cien calamares negros, la roja piel del fuego. Encendemos una vela para poder comer con lentitud caldo de mariposas, mientras se desencadenan el viento y los lobos. Suben las estrellas en el jardín de la Eirie. Hay una fuente seca, de piedra. Los niños ascienden al cielo atando globos multicolores y era la última acción del día.

Antes de morir veremos la cara verde de los dragones. Dos mujeres rojas se asomarán por sus pupilas. Los enmascarados bailan mientras tomo tus manos, me miras desde la otra mesa y te imagino desnuda pero blanca, cebando tus pies en el húmedo pasto color petróleo

Las noches caen apresuradamente, carboncillo flotante -guardémonos- sobre los tejados. Nuestra lentitud se detiene en el aire como una gran campana de flores, antes de disolverse en el rencor cruel de la mañana, cuyo sol besa las anémonas y hace cabecear a las flores y brillan los Verdes Tallos Filudos

"Yo caminaré". Antes. Yo estoy en mi casa, con mis pensantes manos temblorosas y un pájaro anida en mi cerebro. Miro la mesa y respondo los ruegos de las voraces pulgas negras cuyas formas suelo entrever en los ángulos obscuros del cielo raso. Antes de rozar mis orejas verdes con sus alas los cuervos volarán haciendo tremolar la tenida del viajero y la figura misma del mago que no tuvo suerte que anda por caminos de arena roja, pero mojada, por selvas estivales en que pájaros rojos enferman las hojas de los árboles (según el pintor Mansilla)


II
Ahora los campanarios de San Francisco esperan. Dentro de la casa le dicen: "¿Se sirve te?" Conversan suspendidos como una copa de luz invertida sobre los tejados, aún negros de hollín, y la Mujer Roja es perseguida por el Hombre Negro por la terraza alquitranada, la más alta. Una paloma anida sobre mi pecho. Un tren pasa. Una gaviota canta. Arena removida por el viento. El va y ven del mar y pies de los viajeros

Ahora el rocío se prepara sobre la cordillera y un hálito de fuego hace rodar en una gran huída a los gatos desde los girasoles que constituyen su morada

Jueces secretos deliberan en una pieza verde. Sobre una gran mesa verde. Es un árbol verde. Mentira. Se trata de un milenario roble seco…

Los sapos - salamandras - rojas - hacen - evaporarse - el agua de todos los cauces. Limpiaremos con hongos vivos y gimientes las marcas de viruela del piso. La luna es una araña y el verdugo destapa las tumbas para ajusticiar de nuevo los cadáveres. Mas libemos en esta estancia "Muy lejos viene la mañana y el fuego crepita"

 

 

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