Ana María Alejandra del
Carmen
Asunción Regina Erminda
Violeta
Una mujer más bien tímida,
sin gracia y casi imperceptible,
recibió una cuantiosa herencia
de una tía solterona y distante.
Se conmovió tanto con la
noticia, que cuando dispuso de la plata
cambió su nombre por el
de su generosa benefactora:
Olga Martina Dulcinea Ruperta
Dolores
Mercedes Anastasia Colette
Y desde entonces, además,
exigió que le llamaran por todos sus nombres.
Especialmente a sus ahora numerosos
pretendientes.