LUDWIG, ¿POR QUÉ ESCRIBES?


Por H. Ortega-Parada

 

Grave consulta la del título. Dicho con otra perspectiva: ¿qué nos ha inducido a tantos a expresar en la escritura el mundo de sueños que sus une -o desune-, a la realidad? La realidad es otra fuente de interrogaciones que ni la filosofía logra iluminar; si la realidad es tan sólo un concepto, escuchemos a Nietzsche: “Los conceptos más útiles son los que han quedado, por falso que sea su origen.” Esta inobjetable anomia, articula una insistencia de nuestra parte para intentar el acercamiento al fenómeno de la creación literaria. Las palabras espontáneas que pueda emitir un escritor sometido voluntariamente a una indagación multifacética, sólo arroja resultados parciales, en ningún caso absolutos. Sin embargo, es posible acercarse aún más a ese “virus” que alimenta la imaginación creando un mecanismo, una máquina verbal, que permita reunir múltiples respuestas ante una sola pregunta.

En pos de esa luz que ayuda, tal vez con generosidad, a iluminar una “realidad”, hemos creado en la década de los ochenta un cuestionario de 180 preguntas clasificadas por capítulos; identificadas con un código, por añadidura. Dichas secciones han sido, grosso modo: referencias personales, vocación y personalidad, obra literaria, oficio, visión histórica y cultural complementaria, teoría, cuestiones finales varias. Sin que los personajes hayan conocido de antemano las preguntas, se ha aplicado el ejercicio a un grupo notable de poetas chilenos: Jorge Teillier, Enrique Gómez-Correa, Ludwig Zeller y Raúl Zurita. El último trabajo está por aparecer en septiembre del presente año (2014), junto con una segunda edición del libro que recoge las experiencias del primero de ellos. En conjunto, a nuestro parecer, ya está construido ese complejo arquitectónico posible de ser estudiado para entregar conclusiones sólidas, bastante afinadas, sobre aquellos diversos tópicos pendientes. Dicho esto, aclaro que el desafío no es sólo para mí, sino para cualquier estudioso de estas fenomenologías.

“Ludwig Zeller. Arquitectura del escritor” (Cuarto Propio, 2009), es una bellísima edición de 254 páginas, enriquecidas con innumerables collage y fotografías. Pues Ludwig, aparte de ser un poeta extraordinario, es famoso por sus creaciones artísticas que no son otra cosa que poemas visuales. En efecto, cada collage tiene una lectura, una pasión; no son juegos obtenidos con la tijera. Tanto es así, que innumerables trabajos suyos están hoy en importantes museos. El mencionado libro, al parecer hoy agotado en librerías, fue diseñado por Susana Wald, gran pintora surrealista hoy muy cotizada (también en el extranjero). Ambos viven en México.

En fin, la idea de esta nota es compartir un segmento de dicho libro, el “Capítulo I. El Escritor ante sí mismo”; sección “1.5 Oficio”.


OFICIO

-¿Por qué escribes?
-Escribo por una necesidad. Hay muchas cosas que me interesan anotar, retenerlas para una visión clara; ha sido una forma de incorporar a la vida misma, mía, a mi poesía. De muy niño anotaba algunas páginas y quizás lo que más anoto son experiencias oníricas, sueños. Eso me ha sido siempre muy importante porque se me aclaran algunas cosas de la vida diaria.
-¿Logras sostener una especie de diálogo con esa especie de "loro interior", como digo yo, que muchas veces es la parte racional, con la parte inconsciente?
-Sí, ese loro le dice a uno ciertas cosas y uno entiende o no. Es decir, sigue el buen consejo de lo que soñó en la noche o no lo sigue. Yo creo que efectivamente uno puede reaccionar ante algunos. Yo prefiero anotar. Me sucede mucho encontrarme con personas que dicen "yo nunca me recuerdo de los sueños", pero eso es también una parte de represión en que uno tiende a borrar la parte onírica, en las últimas horas inmediatas antes de que uno despierte, siempre se sueña y frecuentemente uno borra esa parte. Al levantarnos decimos "no he soñado nada", pero muchas veces eso no es así, algo le dice la parte inconsciente, a veces asuntos muy precisos. Hay imágenes en que uno mismo se ve cruzando un pasaje oscuro, ¿por qué estará tan oscuro esto? -se dice-, y ocurre que ese mismo día uno tiene que ir al banco y éste es oscuro, oscuro (ríe por el doble sentido, ¿inconsciente?, de la palabra). Bueno, es una broma porque si el banco está oscuro es porque uno tiene que entender esta parte práctica de pagar o ganar plata.

-¿Corriges poco o mucho?
-Hago un primer borrador y espero entre un día y una semana para corregir; entonces, con ánimo ya más racional, mental, puedo ver las fallas porque he establecido una distancia con el texto, lo que es muy necesario. No corrijo poemas de años atrás; eso no, los dejo como están.

-Se momifican...
-Exacto, son otros seres ya, son otros retratos u otras pinturas. Lo digo porque eso me sucede también con un collage poco convincente, me pregunto para qué voy a seguir pegando. Lo real es que si quiero hacer una cosa distinta, la hago.

-Si el texto adquiere una personalidad, una individualidad, se deja de ser uno mismo en el texto, por consecuencia del tiempo. Y, aún más, si ese texto es retomado diez minutos después, el autor tampoco es ya el mismo.
-Es cierto, ya pasó ese punto creativo en que el poema se crea. Pero es interesante revisarlo con otros ojos un par de días más tarde, porque entonces se ven más claras otras soluciones. Pero son cosas que le suceden en la vida diaria a todos. Y si necesito revisar un artículo relacionado con una necesidad específica, busco en los archivos -en mi casa tengo muchos-, y encuentro siempre algo mejor.

-¿Qué tiempo dedicas a la creación?
- No soy tan ordenado. Hay días en que me interesa mucho estar en el jardín o leer -leo mucho, horas-, o viajar, conocer gente, charlar. Si sucede que escribo algún texto largo, allí son dos o tres días de trabajo continuo.

-Bueno, tú eres un escritor, un artista, de tiempo completo...
-Sí, aun cuando me distraigo a veces un poco. En general yo me obsesiono y entonces tengo, de alguna manera, que poner algunos "peros" en el camino. Te cuento un hecho divertido: tengo tieso este pobre dedo de la mano derecha por una tendinitis que me va a mejorar mi médico, porque he pasado meses recortando viejos papeles a fin de crear ciento sesenta collages nuevos. Pero es atroz que a uno se le vengan estas limitaciones físicas.

-¿Escribes a mano el primer original de un poema?
-Sí, a mano. Con tinta. Tengo unos cuadernos grandes y escribo siempre en la página de la derecha, y acontece que algunas correcciones aparecen dos o tres días más tarde y las escribo en el lado izquierdo. De modo que siempre tengo presente las variaciones que desde el original ha tenido un poema.

-¿Has usado otro medio u otra técnica para elaborar originales? ¿Dictado, grabadora, etcétera?
-No. Después del proceso de corrección, antaño, usaba una máquina de escribir para obtener copias definitivas; en la actualidad, le dicto el texto a Susana a fin de llevarlo a la computadora.

-¿Cómo vas elaborando tus textos hasta llegar en definitiva al que se destina a la publicación?
-Bueno, con sucesivas correcciones. De la computadora pueden surgir varias correcciones más; una vez que estoy conforme van a integrar el libro o el medio de comunicación.

-Después que la obra ha sido publicada, ¿sientes que el texto estuvo realmente terminado?
-Sí. Aunque hay alguna excepción. Si entre cincuenta poemas encuentro que uno no debí haber incluido, o es distinto a la tónica del conjunto, es anotado para sacarlo de una futura reedición. No me ha tocado reescribir un poema ya publicado.

-¿En qué etapa del proceso, desde la creación hasta la publicación, muestras el texto a alguien? ¿A varias personas? ¿A quién en primer lugar?
- En primer lugar, se lo muestro a Susana, que es una persona con la cual vivo más de cuarenta años, en quien tengo entera confianza; ella me va a decir lo que le gusta y no le gusta. Una vez puesto en la computadora es más fácil observar el texto. Ella es mi primer contacto. En algunos casos, si hay un amigo, o un traductor como A. F. Moritz cerca, le paso el texto y le digo "qué te parece, dame tu opinión sobre esto". Pero, en general, mi sistema es muy personal. Y Susana como crítico es muy severa.

-¿Solicita críticas o consejos antes de publicar?
-Ya está respondido.

-¿Cuándo estás satisfecho de alguna obra? ¿Y cómo lo sabes?
-Limitaciones siempre vamos a tener porque somos seres humanos y se nos han dado muchas cosas. He podido leer mucho, tengo una relativa calma y no tengo una presión sobre mí, he podido explorar temas apasionantes, el lenguaje, el lenguaje de enfermos, o lo característico del lenguaje de gente que ha tomado alguna droga; todo eso le abre posibilidades nuevas a uno.

-¿Será que la experiencia y el conocimiento tuyos, permitan que la palabra salga semi-elaborada del inconsciente tuyo?
-Sí, bastante elaboradas; porque las correcciones son mínimas. Es muy fuerte la palabra en el momento de la creación porque está armada allí y puedes expresarte con toda facilidad. Emplées tres horas o una noche en un poema -a veces hay obsesiones-, así como te contaba que he estado tres meses cortando papeles, también me puedo pasar quince días, un mes o dos, para escribir ochocientos versos sobre lo femenino. Pero en la revisión me doy cuenta de que hay versos de primera calidad y otros no tanto, como agregados. Y ahí viene la limpieza del pasto.

-¿Qué horario dedicas a escribir? ¿Eres búho o alondra?
-Soy más búho que alondra. Hay oportunidades en que empleo todo el tiempo que me sea posible. En casa, en los últimos años, tengo bastante calma; tengo un pequeño escritorio, libros, y logro tener libertad para mí mismo, como para emplear todo el día y parte de la noche.

-Este cuestionario tiene más que ver con el trabajo escritural y en tu caso es inseparable el trabajo del collage, como otra forma de poema; pero, veamos algo de lo último: ¿tú recortas mucho de libros de ciencia antiguos, sin ninguna compasión?
-Sí, sin compasión y me tienen horror algunos libreros. Pero sucede que si me venden un libro maravilloso tengo el derecho de tijeretearlo o partir de sus imágenes para hacer nuevos collages. Pero en ese caso el libro es mío...(riéndose), tengo unas tijeras muy hábiles y sale todo perfecto. No sé por qué algunas personas tienen tanto temor de recortar, si para uno resulta increíble lo que se puede hacer.

-En esos libros suelen encontrarse figuras muy pequeñas, ¿las fotografías, las haces ampliar?
-A veces las hago ampliar, hago ampliar los collages ya hechos, las facilidades técnicas que tenemos ahora son enormes.

-¿En qué lugar escribes con tranquilidad y dedicación?
-Hay un espacio en casa, un lugar preferido donde tengo los libros más cercanos a mí. Una especie de hábitat. Aunque me hago siempre un hueco si estoy en distintos lugares, un espacio que me estimule, aparte de los libros: plantas naturales que me interesen. En los últimos treinta o cuarenta años, siempre he tenido magníficos lugares para escribir. Cuando era muchacho era más complicado, cuando tenía sólo el dormitorio para mí. Ahora tengo una biblioteca en el primer piso, con mesas para escribir, y en el segundo piso hay un dormitorio donde también tengo facilidades para escribir de noche, además de una terraza desde la cual puedo mirar hacia afuera, los árboles o aquello que me interesa.

-Fuera de estos horarios y espacios, ¿estás pendiente de tu oficio?
-Naturalmente, todas las veces que puedo. Soy muy libre para dedicarme a esto.

-Aparte de los textos de creación, ¿mantienes anotaciones, registros de ideas, recuerdos, comentarios privados sobre otros autores y sus obras?
-Incluyo en esas anotaciones casi diarias, los sueños, las ideas, los recuerdos. De todas maneras me interesan mis congéneres.

-¿Tienes fichas literarias, kárdex, carpetas, de los temas y autores que te interesan?
-No. No tengo una organización sistemática de eso. Lo único que he organizado son los materiales para escribir un par de novelas, en cuadernos gruesos de unas doscientas páginas, que guardo escritas con pasajes e ideas; junto allí toda la información que necesito.

-Para armar una novela, ¿haces algún análisis escrito de personajes, un diseño previo de éstos, aparte de todo?
-No, eso sale espontáneo. El diseño de los personajes lo manejo mentalmente pero nada de manejarlo en un kárdex.

-Una pregunta tal vez bastante obvia: ¿utilizas los recursos acumulados a tu alrededor en forma integral o parcialmente?
-Claro, si necesito asegurarme de algo recurro a mis libros u otro medio.

-¿Es importante tu biblioteca en cuanto a volúmenes raros y valiosos?
-No soy coleccionista de libros. Tengo libros que he seleccionado especialmente para hacer collages con cosas realmente lindas. He seleccionado material del siglo XIX cuyos elementos me han interesado desde un principio. Los collages no nacen solos. Hay otros elementos también, como por ejemplo, los que saqué de una colección grande sobre el tarot porque me había interesado por muchos años la idea de ese naipe, y el resultado es que sacrifiqué mi colección de viejos naipes. La obra así se hizo a gran tamaño, en color. Para las personas que son entusiastas de este tema es una atrocidad que haya ocupado materiales hechos a fines del siglo XIX, en Egipto, y litografías de principios del siglo pasado que se imprimieron en Francia; pero yo los he tijereteado y lo que quedó está allí, como trozos de la vida misma.

-¿Consultas con mucha asiduidad el diccionario?
-No. Tal vez cuando reviso y hago correcciones.

-¿Eres ordenado en la manutención de borradores y originales? ¿Los guardas muy celosamente; con llave, por ejemplo?
-Con llave, no. Tanto los textos como el material de los collages los manejo en estantes, con cierto orden

-¿Con qué pegas los elementos del collage?
-Hay ahora pegamentos nuevos, que son impecables, que no perturban el papel, el color ni nada, transparentes absolutos; cosas que se emplean en museografía y en todo trabajo especial.

-¿Tratas de publicar todo lo que escribes?
-No. Cuando hago un libro, converso con algunos amigos si es posible editarlo. Pero si queda ahí el libro yo no voy a estar obsesionado o corriendo tras un editor. En eso tengo mucha suerte.

-Cuando escribes, ¿escuchas música?
-Sí, muchas veces, pero sólo cuando hago collages. Me es muy estimulante.

-Escribes preferentemente en plena lucidez, ¿o necesitas alcohol u otro apoyo?
-No. A veces quisiera entender a algunos amigos que lo requieren. Yo no tomo ni fumo. He probado alguna vez tomar un par de tragos y no me ha entusiasmado.

-¿Te preocupa la cuota de talento que pudiera tener tu obra?
-Uno da el máximo que puede. No soy un genio, pero doy al máximo mi impresión de algunas cosas, mis sentimientos respecto de algo, en mis poemas. No puedo dar más. Me exijo el máximo. Si sale alguna cosa un poco mediocre, me digo: "Ludwig estás condenado".

-¿Qué es el talento literario para ti?
- El talento literario, creo yo, es esa agilidad para concebir cosas muy distintas y lograr que se combinen, tanto en lo literario como en lo plástico.

-En la actualidad, ¿tus textos literarios son solicitados o tú los ofreces?
-Desde que salí de Chile, algún editor está siempre dispuesto a publicar poemas míos. Mosaic Press, en Canadá, por ejemplo. En Estados Unidos hay un par de editores que me dicen que "en cuanto tengas una antología completa, envíanosla". O amigos en Alemania me piden, "oye por qué no nos mandas tus poemas y nosotros vemos la traducción". Son otras personas y Susana -que está dispuesta a hacer un envío impecable- las que están en el sistema. No soy bueno ni para vender ni para hacer transacciones comerciales; me molesta y me desespera no poder regalar algunas cosas. Por ejemplo, en la Feria del Libro de Oaxaca de 2008 en que yo era el poeta homenajeado, Almadía, una editorial nueva que ha tenido mucho éxito iba a publicar un libro mío; y una joven de esa empresa me dice "Ludwig, ¿podemos publicar el libro dentro de tres meses, y ahora, para la Feria, hacer una cosa un poco distinta?"; "Sí" digo. No tenía ningún problema. Enseguida me pregunta: "¿Y si se hiciera un cuaderno así, chiquitito, con quince poemas suyos, estaría dispuesto a no cobrarnos derechos ni nada, y lo regalamos?". Eso fue un gusto enorme para mí. La edición no salió todo lo bien que yo hubiera deseado, ni en el diseño, pero se regaló y la gente estaba encantada.

-¿Te han dado la literatura y tu arte tan especial una tranquilidad económica?
-No diría yo tranquilidad en cuanto se refiere a lo económico, pero sí me ha dado muchos agrados, he podido viajar a distintos países, a Europa. También eso gracias a gente que me ha ayudado, como mi primera esposa y, desde hace tantos años, Susana. La parte práctica es muy importante.

(Colaboración especial para www.escritores.cl, Olmué, Junio 2014)

 
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