Poesía y territorio(s)


por Jorge Etcheverry


Habría que empezar diciendo que la concepción de la territorialidad ha sobrepasado su acepción puramente nacional, estatal, jurisdiccional, para pasar a referirse ahora a todo nuestro hábitat. “Desde la tradición ecológica, el término territorio puede entenderse como sinónimo de medio natural, con lo que suele hablarse de relaciones entre sociedad y territorio*”. Entonces, quizás, la posesión del territorio por un estado o una colectividad estaría siendo reaccionaria. El término y la práctica más adecuados ahora que la fragilidad del hábitat parece incontrovertible serían más bien algo así como su “administración”. El incierto futuro del planeta, de su supervivencia como entidad ecológica global o Gea, incluidos nosotros, problematiza la idea de la propiedad y aprovechamiento de la tierra o el suelo, considerados como repositorio de bienes a explotar o vender, individual o colectivamente. Conceptos tan gratificantes en el presente, ya que representan la satisfacción de nuestras necesidades —como fatídicos en el futuro. Por lo demás, este estado de cosas está presente en todo el mundo. La preocupación ecológica no ha estado ausente en la literatura chilena, sobre todo en la poesía, y la origina una situación problemática real cuyo pronóstico es variable en su inmediatez e intensidad, ya que va desde el simple deterioro del hábitat humano en un plazo determinado, hasta su destrucción en un futuro más o menos lejano. Ya Parra había decidido hace 32 años que la ecología iba a ser el objetivo estratégico de su obra:

Como su nombre lo indica
el Capitalismo está condenado
a la pena capital:
crímenes ecológicos imperdonables
y el socialismo burrocrático
no lo hace nada de peor tampoco

dice un poema de Poesía Política (1983). La conexión entre el sistema y modo de producción capitalista y la ruina ecológica queda de manifiesto en esos poemas—ecopoemas—, donde aparece además la concordancia—de hecho, aunque no intencional, suponemos—a este respecto, entre sistemas que de hecho son o se pretenden antagónicos. No hay más que recordar eso de "La izquierda y la derecha unidas/ jamás serán vencidas", de Artefactos, 1972, poema que para muchos parecería casi profético aplicado al estado de cosas económico, social e institucional actual. Con variantes programáticas y de principio sobre el aprovechamiento de sus resultados, el concepto de desarrollo económico, que implica la explotación progresiva de los recursos naturales y el crecimiento demográfico, es común a ambos campos. No hay que olvidar que desde una cierta perspectiva, para Rusia y los países de la ex órbita soviética, el período del así llamado “socialismo real” fue un atajo hacia la industrialización y lo caracterizó un desarrollo industrial acelerado con el consiguiente deterioro ambiental.

La ecología ha llegado a figurar entre los elementos de la galaxia ideológica de las izquierdas**, mientras que las derechas tienden a negar el cataclismo ambiental cuyos inicios pareciéramos presenciar. La ecología juega un papel cuando la izquierda confronta a la sociedad urbanizada, moderna, colonizadora, metropolitana, imperial, occidental, con la indígena, que es original, natural, y que había vivido en armonía con la naturaleza, o como parte de esta y el medio ambiente, hasta la intromisión de la civilización colonizadora.

En general este tema surge en las reivindicaciones territoriales de los pueblos autóctonos de América, por supuesto incluyendo a Chile. En términos básicos se sostiene que la relación del indígena con el territorio ambiental era una de equilibrio, armonía, respeto y consustancialidad, frente a la relación destructiva, consumidora y degradante del medio ambiente que impone la cultura y civilización de origen europeo, que culminaría con el capitalismo descarnado del neoliberalismo globalizante en su versión local chilensis. No faltan soportes históricos y fácticos para esa visión, ni para las reivindicaciones territoriales, sociales y culturales de los indígenas autóctonos de Chile, eco y paralelo de procesos análogos en diversos continentes y en países limítrofes, y esta problemática se ve reflejada en la poesía.

Por ejemplo, en la publicación electrónica “LOF SITIADO, Homenaje Poético al Pueblo
Mapuche de Chile”, compilada y editada por Jaime Huenún Villa, leemos que

“Precisamente, una de las razones indelebles de la lucha social mapuche ha sido la necesidad de recuperar los territorios ancestrales. La antigua patria de los hombres de la tierra, la prodigiosa y feraz selva fría del fin del mundo, antaño cruzada por caudalosos ríos y cascadas, habitada por pájaros adivinos y animales edénicos, vigilada por dioses y espíritus que aun sobreviven en los nudos de los árboles y en la irreductible memoria de las comunidades urbanas y campesinas es, a pesar de su degradación y expoliación actuales, la madre de los sueños y las esperanzas mapuches.” (JHV).

Así se constata que el elemento ecológico aparece como un componente reivindicativo territorial fundamental. Y la poesía se revela como siendo el vehículo de expresión cultural más importante***:

En la poesía mapuche el ámbito o hábitat natural en un doble sentido, es lo ausente que ha sido sustituido por una civilización degradante de la naturaleza y destructora. Eso ausente, experimentado como necesario para una regeneración del hábitat, es el estado de cosas caracterizado por la correlación e integración hombre/naturaleza del pasado precolombino, con sus rasgos míticos, que se compara implícita o explícitamente con la fragmentación y degradación actuales, comparación que se inserta en el marco de la reivindicación territorial y cultural, y la utopía, también implícita o explícita, del retorno a ese estado.

Así, la versión ecológica y la del territorio se aúnan y entran en conflicto con la noción de territorio nacional, que también es el contenedor problemático de la territorialidad regional que se inscribe tradicionalmente en el continente—y de manera más o menos conflictiva—en la oposición ciudad campo (civilización barbarie), que enfrenta a las provincias y regiones a la capital o la urbe en general. La ciudad se suele asociar de manera más o menos implícita con el occidente colonizador y el campo con lo natural, ancestral primigenio y popular, en una dicotomía que hace vagamente populista e izquierdista a la poesía de las regiones, en contraposición a una poesía urbana, vista como resumidero de influencias extranjeras eurocentristas. Y esta posible poesía urbana quizás asume vagamente una culpa, ya que por lo general no intenta reivindicarse de manera programática. Por ejemplo, en la generación de los sesenta, el único grupo que abiertamente proclamaba su intención de abocarse a una poesía urbana era la Escuela de Santiago, mientras florecían los grupos Trilce, Arúspice, Tebaida, radicados en provincias y semilla de la gran poesía regional contemporánea chilena, en que personalmente destacaría a la del Norte Chico y la del puerto de Valparaíso, cuya cohesividad se ha venido a agregar a la ya establecida del Sur, de larga y fructífera trayectoria. Pero no es extraño que ya se pueda por ejemplo tematizar implícitamente a Santiago, es decir el papel de la urbe, en el título de un libro de estudios sobre la poesía chilena de Magda Sepúlveda Eriz, “Ciudad Quiltra. Poesía chilena (1973-2013)”, publicado en Santiago por Cuarto Propio en 2013. Un Santiago degradado, pero al fin la capital.

A estas versiones de la territorialidad sumaria e incipientemente elaboradas se agrega la territorialidad dislocada del exilio/ diáspora, que en algún momento se convirtió en un fenómeno vital en la poesía chilena, cuando prácticamente una generación se exiló luego del golpe de estado de 1973. No en vano el tomo primero de la antología de poesía chilena de Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris se llama “La generación del 60 o de la dolorosa diáspora”. La relación entre la diáspora poética chilena y “el interior” es fluctuante, sistólica y diastólica, tiene altos y bajos, pero de alguna manera se ha hecho imposible no considerar al exilio/diáspora en el mapa de la poesía chilena. No se trata ya de la figura aislada en el extranjero del poeta célebre diplomático, exilado o autoexilado, viajero, aunque de alguna manera estos hicieron más fácil la digestión del hecho de la dispersión de la cultura y la poesía chilenas por el mundo posterior al golpe de 1973. Centros de presencia poética chilena, con una variable conexión con “el interior” han sido y son Suecia, Canadá, Estados Unidos, y en menor medida Inglaterra, España, Francia, Suiza, Italia, y eso sin hablar de América Latina. A lo largo de los años, diversas instancias han considerado a la poesía del exterior, como por ejemplo el evento “Juntémonos en Chile”, de la SECH en 1992 y “La región XIV: El regreso de doce poetas chilenos”, que fue el nombre de un proyecto organizado por Chile Poesía y que reunió en 2005 a nueve poetas chilenos viviendo en el exterior. Poesía y la prosa de la diáspora de hace unos años aparece reunida en la antología virtual “Diáspora, (Antología de escritores chilenos residentes en el extranjero)” en Escritores.cl, y el poeta, investigador Gonzalo Contreras prepara una antología de la diáspora poética chilena.de escritores chilenos residentes en el extranjero).

Por último, el ámbito virtual es un territorio casi libre para la lectura y práctica de la poesía, por la abundancia de lectores, cultores, redes y sitios. Lo importante es que esto contribuye a que la expresión cultural y literaria, y por consiguiente la poesía, ya no coincidan con el “territorio nacional” restringido a la cobertura geográfica institucional del estado, y banaliza las afirmaciones territoriales nacionalistas y etnoculturales, quizás una reacción antiglobal postrera. Pese a ser considerada territorio libre de cánones y criterios de calidad—lo que es un invento del mundo editorial dedicado a la comercialización del bien de consumo que es el libro—se impone la comunicación sin fronteras de la literatura virtual, a veces desde espacios e iniciativas de gran calidad. Pero la existencia o detección de todos estos territorios o variantes del territorio, y que inicial y someramente escarbamos, en que se despliega la poesía, no implica que tengan existencias separadas o aisladas, ya que coinciden, se combinan, se superponen y entretejen en las diversas voces poéticas, y son instancias/ espacios de la variada circunstancia del estado de cosas en que se desenvuelve la poesía.


Notas

* De la siguiente publicación electrónica:
CONFORMACION DEL TERRITORIO Y LA TERRITORIALIDAD: CONCEPTO GEOPOLITICO DE TERRITORIO:
Prof: Freddy Delgado; Integrante: OTAMENDI M., Deika O., C.I. 11.836.596 SECCIÓN 02 - NOCTURNO, Ocumare del Tuy, 09 de Octubre de 2008
“La territorialidad, tal y como la define SACK (1986, p.19), es una conducta humana que intenta influir, afectar o controlar acciones mediante el establecimiento de un control sobre un área geográfica específica: el territorio. Para él, la territorialidad humana cumple cuatro funciones básicas: fortalecer el control sobre el acceso al territorio, reificar el poder a través de su vinculación directa al territorio, desplazar la atención de la relación social de dominación y actuar como contenedor espacial de hechos y actitudes.”

**Término que corresponde más o menos al de “ideological cluster”, en inglés, que sería más bien “grupo ideológico”, pero que en español puede designar a un grupo de personas, no de elementos de una ideología.

** *
Jaime Luis Huenún: EL PUEBLO MAPUCHE Y SU POESÍA, introducción a “LOF SITIADO, Homenaje Poético al Pueblo Mapuche de Chile”, afirma que “ La poesía mapuche, desde sus expresiones orales hasta su actual configuración escrita tanto en mapudungun como en español, ha estado férreamente vinculada a la memoria comunitaria, hablando desde el origen, desde la nostalgia de lo perdido, pero también desde lo que se intenta establecer como permanente: una cosmovisión y unos valores éticos que se mantienen a pesar de la diáspora, la discriminación y la reducción sistemática. La poesia en ese sentido ha operado como un elemento mnemotécnico en lo cultural, pero también como un creativo y dinámico elemento de resistencia política, estética y territorial. Ha operado como una herramienta anti-colonizadora y como un dispositivo verbal que permite la sobrevivencia de la familia, de los antepasados, de una visión de mundo que no solo se enraíza en el pensamiento mítico, sino que también en el poder transformador de la palabra poética. Jaime Luis Huenún (pp. 20- 21)


 
ebook gratis

Clic para leer

 

 

© Escritores.cl - Todos los derechos reservados 2015
Editorial@escritores.cl