La ciencia ficción como un vitral:
La propuesta de Jorge Alberto Collao

 


por Leonardo Espinoza Benavides

 

Algo particular sucede al leer la obra de Jorge Alberto Collao (“Aunque tal vez sólo seamos los dioses de las hormigas” PdE 2014 y “¿Podremos reírnos en el silencio del espacio?” PdE 2017). Asoman esas frases de antaño que alguna vez expusieron que, en la ciencia ficción, los personajes muy frecuentemente vienen siendo las ideas. Así ocurre en ambos libros afines publicados por el escritor chileno aludido en la editorial especiali9zada Puerto de Escape; pero se conjugan dos variables más. Una tiene que ver con la potencia de la atmósfera generada por sus relatos y lo esencial que esta resulta para la transmisión de sus ideas, como una especie de atajo hacia un subconsciente sensitivo. Y la otra, con su capacidad de combinar las dimensiones fantásticas —fantasía, terror y ciencia ficción— y, sin embargo, lograr que el resultado final logre ser, como un todo, ciencia ficción, incluso cuando su prosa se torna completamente “realista”. Su ejercicio literario no traduce un intento fatuo de querer remodelar lo que de por sí es siempre dinámico (y es que los límites de la ciencia ficción son los límites de nuestra capacidad artístico-especulativa), sino que evocan una pluma que discurre natural, original, que llega por sí sola a su destino. Lo que surge finalmente es una especie de ciencia ficción en forma de vitral.

La primera incursión explícita de Collao en la ciencia ficción fue con su breve libro: “Aunque tal vez sólo seamos los dioses de las hormigas” (Puerto de Escape, 2014). Poco tengo que agregar a lo ya sentenciado por el círculo local: la obra es ejemplar y una lectura infaltable. Tan solo habría deseado que sus páginas se extendiesen en unas cuantas centenas más. En esta novela corta se goza con la experiencia de aceptar la incapacidad de comprender en su totalidad una historia de personajes intrínsecamente incomprensibles ante su inmensa distancia del estereotipo humano. En un camino que siempre evoca al maestro polaco Stanisław Lem, Collao ofrece su propio viaje irremediablemente abstracto de la mano de Sradivmidratubrathy, uno de estos personajes.

“¿Podremos reírnos en el silencio del cosmos?” (Puerto de Escape, 2017) es su segunda y más reciente publicación en el género. Acá me detengo a tejer un poco los hilos de su narrativa. En este caso, una treintena de relatos arman el ancho de su libro. Inicialmente, confieso, fui impaciente: ¿dónde estaba la ciencia ficción? Pasó un buen número de páginas hasta que comenzó a hacerse presente, partiendo con el relato “Disipador”, una observación macrocósmica arcana y existencial. Y luego una vez más se ocultó… Y volvió esplendorosa con los relatos “Mundo” y “Mundos” que, además de ser paisajes siderales, algodonosos, notables, están editados en papel con una belleza estética refrescante: ambos de tan solo una página de extensión, el primero a la izquierda del lector, el segundo a la derecha, con ilustraciones de la mano del propio escritor. Fue entonces cuando armé los trozos, cuando pegué los vitrales. Estos relatos que encontraban plausibilidad en un universo de fronteras difusas abrazaban al resto y los incorporaban a un mismo recipiente. Una propuesta y desafío interesante, tanto para autor como editor. Así disfruté, con esta nueva perspectiva, la calidad kafkiana de “Gusano”. Del mismo modo, el relato que da título al libro, en la vertiente de las andanzas de Sradivmidratubrathy, me preparó el terreno para leer las siguientes entradas, “Primer síntoma”, “Puerta” y “Reunión”, que por sí solos no alcanzarían lo que en su unión generan. La oscuridad alienante de “TYG” y la sorpresa tétrica de “Último día en la ciudad”, relato que transcurre en el Mall de La Serena, se suman a la paleta de colores finales de este bordado.

La propuesta de Jorge Alberto Collao es aún joven y fértil, con incontables caminos como opciones a seguir, con el misterio y la emoción de la forma que pueda seguir adquiriendo su vitral literario. Su obra tiene ya un espacio en el telar de la ciencia ficción chilena, sin duda. En mi sesgo como lector y escritor de ciencia ficción, espero y anhelo que este autor de la IV región continúe entregando sus letras a este género y nos continúe compartiendo sus más desbordadas ideas.

 

 
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