Es extraño lo que hace el amor, de Víctor Bórquez

 

 

por Aníbal Ricci Andagua


Víctor Bórquez es un narrador que escribe una historia de amor, "incierta y entrecruzada de dos mujeres que pueden ser tres o cuatro según quiera el lector". Interpreta al cantante que no canta en el teatro que David Lynch dispone en esa fabulosa Mulholland Drive. El cineasta elimina la narración convencional y muestra lo esencial, las emociones. Éstas son frías en el texto de Bórquez, lacerantes, el acto sexual pareciera ser lo único importante, quizás lo único real que sienten sus personajes, tanto masculinos como femeninos. Pero el narrador podría ser incluso el cadáver que clama venganza, Amaranta (la dueña de casa) que prefiere ser Ariadna (una prostituta) para liberarse del tedio, aunque quizás solo sea un sueño para encarnarse en otro cuerpo desnudo, una víctima que regresa a la vida a través de otra mujer a la que salva de la perdición, ese "morir que es perder el presente", que no requiere de pasados ni futuros para consumarse en una habitación de hotel decadente, al final de una escalera muy oscura, que no es otra cosa que un teatro pobre donde no hay banda ni orquesta. Los detalles con que Bórquez construye esta novela fragmentada recogen elementos del mundo del cine, un espejo perfecto de nuestro deambular por la vida. Setenta páginas resumen esas dos horas en que nos dejamos invadir por la oscuridad. Para que haya vida debe haber una muerte. No importa quién sea la víctima, curiosamente se trata de Amaranta (Ariadna), aquel personaje de Cien Años de Soledad que "se va de este mundo como vino", con la virginidad intacta, encarnada curiosamente en la desnudez de unas prostitutas. El amor es un personaje ausente del pasado. "Me he enamorado como un adolescente (amor falso), como un imbécil", dice Alexis, y experimenta la única emoción que puede ser real, ese deseo atávico por una prostituta que transfigura el espacio, que vuelve hasta el más miserable de los escenarios en un edén. El punto de vista está cargado de cinismo: "Te he contratado esta noche para que me brindes un efímero placer a cambio de unos billetes", dice Alexis, objeto de devoción de Minerva (la puta cara), expresada en una pasión enfermiza que llevará al asesinato de la esposa que se asomó a su mundo decadente y le arrebató el fruto de su obsesión. Minerva sueña con ser actriz, pero es prostituta. Quizás su acto es el sueño de otra mujer, y esa realidad no sea más que ficción. Minerva envidia a Amaranta y un suceso fatal parece la única solución posible. Para que otra encarne ese destino, Amaranta deberá despertar a tiempo. Excelente novela.

 
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