El insoportable paso del tiempo, de Francisco Rivas

por Reinaldo Edmundo Marchant

 

Francisco RivasAl entrar en el luminoso laberinto de esta obra, El insoportable paso del tiempo, de Francisco Rivas,tiene sentido hablar de la dicotomía de forma y contenido. El acto de escribir, por naturaleza, es un acto de un contenido y maneras únicas. Cien años de soledad no pudo escribirse de otra manera, igualmentePedro Páramo oAdiós a las armas. En los casos referidos –como en esta novela - la forma responde a las necesidades expresivas vitales que en un momento particular el creador se ve enfrentado a semejante odisea.Dicho brutalmente, esta novelano pudo ni se podría escribir sin las venas, el corazón y las inasibles inquietudes que caminan por el imaginario de Francisco Rivas. Más aún, trasunta en ella la figura de sus demás libros, algunos efectos en las imágenes y en los diálogos, figuras literarias que Rivas retrata de forma singular.

Al avanzar porsus páginas uno percibe un valioso asunto: que tiene episodios que los aspirantes a la novelística pueden considerar como buenas herramientas para su cultivación creativa.

En efecto, existe una literatura y un arte que es austero. Eso que los anglosajones llaman “economía del lenguaje”. Pero también hay una literatura y un arte que es frondoso, caudaloso, copioso como las aguas de un río, y que muchas veces, al no darnos cuenta que vivimos en Sudamérica, no le prestamos la debida atención ni el valor universal que contienen. La plenitud de la obra de Rivas se enmarca en el maravilloso caudal de nuestro continente, no únicamente por intermedio de las fuentes de conflictos que plantea, sino por el fabuloso lenguaje que fluye hasta dejar casi sin respiración.

Si tuviéramos que fichar ante la cámara esta obra, diríamos: se trata de unlibro desbordante, torrentoso, lleno de “polenta existencial”,una placa de la geografía de Latinoamérica y no sólo de Chile, un textoexuberante y crudo, con cruces y entrecruces de los más diversos problemas que pasaron y siguen pasando en la monótona consigna diaria.

Tengo la certeza de que Carlos Fuentes o Mario Benedetti, no hubieran dudado en señalar queFrancisco Rivas dio a luzesa “novela rosa” que se presenta antes de elevar vuelo a la reencarnación, como tal vezlo piensa el autor.

Una vez, en Cartagena de Indias, donde residía García Márquez,dijo que los escritores siempre estábamos buscando un libro. Que en cada texto parido se notaba esa exploración incesante, acaso obsesiva,no menos perseverante ni disciplinada.Así, antes de El viejo y el mar, o de Rayuela, hubo de esos magistrales autores publicaciones previas, verdaderos ensayos de lo que tiempo después dispondrían como obra total. He percibido en esta portentosa novela que Rivas mantiene el mismo espíritu, como el aliento mayor de muchas tentativas que le precedieron.

En los anteriores libros de Francisco,por ejemplo, El informe Mancini, Los mapas secretos de América Latina, Pequeña Leyenda de una ciudadocupada, Martes Tristes o El pulmón del general,obras elogiadas y premiadas,está ese nudo narrativo y caracterización de un potente conflicto entre la realidad-ficción, hechos sociales, existenciales y políticos que sacuden a nuestras sociedades, en especial la nuestra. Denota el interés del creador por la alta arquitectura artística que se revuelca en vientres no tomados, incluso prohibidos, saca la voz de temáticas que no pocos dan la espalda, como en El insoportable paso del tiempo, donde plantea la posibilidad de reencarnarse en vidas pasadas,fundado en el espacio y el tiempo, camino ineludible para acercarse al origen de la especie humana.

Es decir,Rivas descubrió un asunto que es indispensable en la creación literaria, un sello narrativo, una marca de la impronta personal, lo que se llama “estilo”. Aspecto que los eruditos califican como la marcamás difícil de encontrar.

En el presente libro,el autor, como el genuino novelista que es,expande el relato a distintos puntos de vista, conhistorias traspuestas engarzadas en un solo hilo conductor, que se abrochan entre sí en algunos momentos del itinerario narrativo,tales expresiones se sustentan en la proyección de la trama, en una incesante movilidad, en revelaciones novedosas, en opiniones que brotan de una u otra fuente –el tema de la muerte, por supuesto-, suele cambiar y reorientar la visión que tenemos, porque dicha movilidad enriquecedora confiere al tema narrado una singular fascinación y la ocupaciónde los temas dialogados por los personajes, caen sordina, dando lugar un alegre divertimento narrativo.

La dimensión de lo imaginativo, acá, es un elemento tributario a los fragmentos narrativos que la complementan. Dichos fragmentos no son formulados para llenar espacios vacíos de escritura, sino para ahondar en los conflictos abiertos de la comunidad humana.

La atmósfera que se describe recuerda la prosa de grandes novelas. Los puntos de vistas demuestran el oficio logrado por su autor.Es verdad, luego de la tentativa de semejante proyecto artístico, donde nada menos que sopla en los oídos la inescrutable expiración humana,el lector advierte que por añadidos brotan maculadas perlas, porque el logro artístico, llevado a un profundo interés literario y científico, es patente, ofrece muchas ventanas por donde contemplar tamaña obra, donde no hubo ejercicio retórico, sino poético:el fundamento principal queda empalidecido ante la perfección descomunal de un libro poblado de una notable galería de personajes vivos en su dramatismo y esencia.

En resumen, pareciera que el autor ha dado caza al libro que es la realeza de todos sus demás libros, donde recién comienzan a convivir en una habitación común.

En rigor, El insoportable paso del tiempo, es un imán de tanta virtud, que no esperaba hallaren los ojos defectuosos que genera elinsípido exceso de información de la sociedad. Abstrae, deleita, impacta, a ratos deja sin aire en los pulmones. Por ello, enfrentado a una obra hecha de carne y dones,sólo bastaría decir: léala.No deje de descubrirla.

Francisco Rivas: El insoportable paso del tiempo: Nunca la muerte siempre. CEIBO Ediciones, 2016.

 
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