Buscando un proptotipo liteario

 


Por Carlos Peña y Lillo Herrera


Buscando un prototipo especial para la creación de un personaje, me encontré con muchos matices que son necesarios para lograr que todos sus sentidos transiten por la historia, como un ser cabal, seguro, y hasta convertirlo en un individuo autovalente. Hay que seleccionar con mucho tacto, aquellos factores, tanto físicos como sicológicos, para darle vida a este verdadero conquistador que tiene la misión de cautivar tanto al autor, como al lector.

Además de su apariencia externa, hay que generar sus gustos, sus ambiciones, sus gestos, la intensidad de la mirada y hasta su inteligencia, al momento de enfrentarlo a situaciones al límite. Su olfato y la ansiedad al instante de adueñarse de ese corazón, que bien sabe, (el hablante, sea primera, segunda o tercera persona) que al principio será esquivo. Al tiempo de mirar, de un momento a otro, es posible que la escena ya no tenga ningún encanto, por eso, la velocidad del pensamiento también cuenta. Hay una zona en el cerebro donde se produce una discontinuidad entre el objeto visto y la mirada de quien lo ve. De lo anterior, un buen narrador logra esa discontinuidad, ese micro-corte que al lector, a veces, le produce un sobresalto. Por lo menos a mí, un buen relato logra esa fragmentación que obliga a replantearse la idea, o retroceder en busca de la causa. Cuando existe una atracción o tensión sexual entre dos personajes, el resultado de las reacciones fisiológicas que experimentan sus cuerpos motivados por una serie de cambios neuroquímicos que suceden en sus cerebros, serán absorbidos por el lector. Es aquí, precisamente donde se experimentan las sensaciones más elocuentes.

Los cuerpos desprenden un olor característico de cada cual, inapreciable en un primer momento, pero que nuestros sentidos sí logran captar. Ahí está la magia del autor, lograr que esa fragancia que desprendemos impregnada de feromonas, colmadas de sustancias químicas de significado sexual, traspasen al lector activando su libido. En ese frágil momento el lector estará dentro del contexto que ocupa el personaje, y quedará pendiente de todos los ángulos. Es decir, en ese instante, esos sentimientos han dejado un mundo, para entrar en la magia del otro mundo paralelo creado por el autor. A mi parecer, es en ese instante donde el lector ha sido atrapado por la historia, porque logra esa analogía con los protagonistas.

Cuando se logra esa afinidad es casi imposible dejar la lectura, hasta desentrañar el destino del personaje. A esas alturas, te has convertido en su propia sombra y un aliado incondicional, siempre y cuando, no traspase los márgenes y traicione los propios sentimientos del lector.

 

 
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