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Alfredo Gaete Briseño

 

Define tus sueños

( Capítulo del libro "Despertando el interés por la vida interior")


Sí, no has escuchado mal, te invité a soñar. ¿Imaginas cómo hubiera cambiado la historia sin soñadores?... Por las noches andaríamos a tientas, ni siquiera iluminados por la luz de las velas, pues también fueron inventadas por alguien. Sin correo, ni a través de palomas mensajeras. Tampoco hubiéramos desarrollado, para expresarnos, otra forma que la verbal, y qué decir del teléfono, la radio o la televisión, mucho menos de los automóviles y la computación. Tal vez en algunos casos no hubiera sido tan malo, pues sólo unos pocos han tenido la sabiduría de usar la tecnología con creatividad. La mayor parte de la gente no ha hecho otra cosa que usufructuar de ella desmesuradamente, pasando a cada rato por encima de las leyes elementales de la naturaleza, con resultados perniciosos a partir de ellos mismos. Pero bien, eso es motivo para otro debate, lo que intento explicar por ahora es que sin soñadores no hay desarrollo. Los artistas, en cualquiera de sus géneros, son grandes soñadores y, así también, quienes logran la Paz Interior son soñadores con gran visión de futuro.

Llámalos sueños, deseos, objetivos, expectativas a futuro o como se te ocurra, pero llámalos, defínelos y proyéctalos en el tiempo. ¿Te imaginas salir de tu casa hacia un lugar que no sabes en dónde queda, cómo se llama ni de qué manera llegar?... ¿Crees que podrías arribar alguna vez?
Por otro lado, ¿crees posible tener Paz Interior si no eres capaz de percibir la realidad a través de los paradigmas de tus semejantes? Y, más aún, ¿crees que sin la realización de sueños es posible sentir la satisfacción de la realización personal, ingrediente fundamental para la Paz Interior?
¡Por supuesto que no! El principal ingrediente en la consecución de la Paz Interior, es tener sueños realizándose progresivamente, uno tras otro. Pueden ser altruistas, consumistas, espirituales o lo que se te ocurra. Cada uno sabe, al menos en su fuero interno, lo que desea. Por regla general son sueños de los más variados tipos y para estar en paz es imprescindible sentir que todos ellos evolucionan respecto de su realización. No importa el tiempo que tome, ni siquiera morirse y dejar algunos inconclusos, porque la felicidad no es un punto a donde llegar, sino más bien el recorrido de un camino con dirección. Búscalos, sin temor preséntalos frente a los ojos de tu mente, anótalos para que siempre los tengas vigentes y al mismo tiempo puedas corregir el rumbo, y auméntalos. El camino de un individuo feliz es un cúmulo de fines en mente, siempre vivos.
Después de un tiempo te sorprenderás, pues los primeros sueños que anotaste no serán claros ni tan importantes. Encontrarás que eran vagos, generalizados y no apuntaban a lo más importante para ti en la vida. Te impresionará el hecho de haber vivido de esa manera durante tanto tiempo, pero no te preocupes, pues tu grado de disposición al cambio hará lo suyo: serás benévolo y no te lo reprocharás.
Cuando pasé por esa instancia, los centré en solucionar problemas inmediatos y tratar de darme algunos lujos evidentes, que a cualquier ser normal le hubieran gustado. Al pasar el tiempo, han cambiado de manera insospechada. He abierto una perspectiva de vida que no hubiese podido atisbar ni en los momentos más lúcidos que alguna vez tuve. Entonces, habrían carecido de viabilidad, por el gran desconocimiento de mis habilidades y talentos. Entre mis sueños, ya no están los originales. No es que hayan desaparecido, sino que algunos se cumplieron, pues estaban más cerca de lo que pensé; otros fueron consecuencias; los demás han pasado a ser objetivos más elaborados, que cargados de una gran energía, se cumplen a diario.

Uno de mis sueños, por ejemplo, era escribir una novela. Cuando terminaba la tercera, quedó en claro el cumplimiento del proceso desde la A hasta la Z. Sin embargo, a esas alturas, el sueño lejos de desaparecer sufrió una importante transformación, consistente en el deseo por escribir algo que trascendiera más allá de lo que imaginé, y volqué mi talento hacia el campo de la motivación. Luego pensé: ¿Por qué no las dos cosas?... Hoy, continúa evolucionando, y he aprendido a convertir lo aparentemente imposible en realidad, haciendo de esto un proceso normal.
Efectúo periódicas evaluaciones y ajustes, pues con los grandes logros coexisten situaciones sin resolver.
Soñar me ha permitido abrir una nueva perspectiva de vida que reafirma mi autoestima, al punto de no dejarme paralizar por esos asuntos sin resolver, que por el contrario, corresponden a desafíos fundamentales para dar continuidad a mi crecimiento interior.
De esta manera, mi apreciación de presente y futuro ha cambiado significativamente, y la sensación de felicidad se convirtió en algo tangible y estable, porque siento que ya no es una invasión, sino un producto bajo mi control. Y eso, es magnífico: sentirme libre para elegir el camino. Logré aprender a salir de las telarañas negativas provenientes del medio, sin sentir culpas. Es fantástica la sensación que percibo cada vez que me sobrepongo a las circunstancias y las manejo o las enfrento con una actitud positiva indestructible, afianzada en el centro de mi carácter. De esta manera, comienzan a cambiar muchos deseos y necesidades, enfocados hacia un norte definido: el lugar en donde quiero vivir ya no es el mismo, tampoco la arquitectura de la casa, ni la gente que me rodea. Viajar no responde a los mismos intereses y el concepto de descanso es diferente. Me relaciono a diario con personas motivadas para encontrar su camino al cambio y ávidas de señales para su crecimiento interior. En verdad, no sé qué hubiera sido de mí sin atreverme a soñar. Estaría más o menos igual que hace cinco años. ¿Recuerdas que al comenzar conté mi experiencia en una convención, al escuchar: “Usted es hoy el producto de las decisiones tomadas en el pasado; qué hará en el futuro para que su vida cambie en la dirección que desea?” Vale la pena recordarlo, ¿no? Miro en mi entorno a cada individuo, analizo sus vidas e intento imaginar cuán diferentes podrían ser si alguna vez tomaran verdadera conciencia de lo que significa el cambio dirigido al crecimiento interior y el placer percibido al lograr el consecuente estado de paz. Lo más atractivo del proceso es que los resultados se aprecian desde un comienzo. Es verdad que inicialmente no se resuelven situaciones contingentes relacionadas con requerimientos económicos urgentes, pues el fin que se persigue consiste en dar una solución definitiva a eso de mejorar la calidad de vida, lo que sí se logra desde un comienzo. La solución a los requerimientos económicos aflorará a mediano plazo y será definitiva.

Los objetivos, inciertos al inicio, se transforman en un proyecto de vida que lo involucra todo. Sorprende descubrirse de pronto, mientras se atan cabos en busca de orden, soñando con la capacidad creativa abierta de manera inusitada. Te proyectas con logros que jamás imaginaste posibles y comienzas a comprender la dimensión de tu ser y del universo que te rodea.
Sin abrirte, nunca tendrás dicha experiencia; sin embargo, después de hacerlo, jamás la querrás abandonar. Desearás más y más y harás lo necesario para descubrir la misión que implica tu existencia. Recuerda siempre que estás situado sobre esta tierra no por accidente, sino porque es esencial que así sea.

Si aún no te has inquietado lo suficiente como para tomar la decisión de trabajar con tus sueños, detén la lectura y cuestiónate. Nadie escucha tu interior, de modo que no tienes por qué avergonzarte. Estás sólo contigo mismo. En un lugar en donde nadie te interrumpa, tiéndete o siéntate en una postura cómoda con la espalda recta y la cabeza erguida. Relájate durante unos minutos y estabiliza la respiración, lenta y profunda. Por si nunca has hecho un ejercicio de relajación, te ayudaré un poco:
Coloca las manos sobre el pecho, junto al corazón -postura usada en el rei-ki (curación a través de la imposición de manos)-, o suelta los brazos. Busca un punto fijo para dirigir los ojos y concéntrate ahí. Deja que los párpados bajen hasta donde no te signifique esfuerzo y manténlos abiertos. Después centra en tu mente el dedo meñique de uno de los pies y desde allí, uno por uno, recorre cada miembro de tu cuerpo. Detén la concentración en cada uno de ellos: dedo por dedo, cada pie, los tobillos, etc., hasta llegar a la cara, en donde lo harás también con cada una de sus partes: barbilla, boca, cada oreja, cada pómulo, nariz, cada ojo, frente, pelo... Sentirás tu cuerpo muy liviano. Quédate así durante unos minutos. Evita quedarte dormido. Para eso, insisto, no cierres los ojos.

Ahora incorpórate y comienza el ejercicio:
Olvida tus expectativas en el trabajo, para con la familia, en el plano social y en lo religioso. Imagina un funeral. Piénsate entrando, en el lugar que te parezca más real: una capilla, una sala, etc. Obsérvate como si fueras parte de él. Mira a la gente, personas conocidas tuyas que han ido a despedir a alguien en común; las coronas de flores y el ataúd. Concéntrate en él, acércate, adentro ves... tu cara, tras el cristal. Eres tú. Obsérvate: muerto, en silencio, quieto. Dime: ¿De qué color es el cajón?, ¿en qué lugar estás siendo velado?, ¿cómo te ves?, ¿qué ropa te han puesto?, ¿quién lo hizo? Bien, ahora piensa en qué personas importantes para ti están en el lugar. Imagínalas, una por una. Ahora repásalas, pero esta vez detente en cada una de ellas y medita acerca de la imagen que deseas que tenga de ti. Pregúntate cuál tienen en realidad y por último, con la mano en el corazón, si son coincidentes. Si no es así, pregúntate: ¿Qué estoy haciendo al respecto?, ¿qué dejaré al irme de este mundo que de verdad sea importante para las demás personas y me permita mirarme desde la otra vida con satisfacción?... ¿Y si realmente he venido a cumplir una misión?... Piensa todo lo que se te ocurra...

Después, descansa un rato y deja que el ejercicio haga lo suyo, más allá de lo que pienses.
Soñar, en un comienzo, puede parecerte difícil, incluso darte vergüenza. Es frecuente que ello nos ocurra, sin embargo, si no pones en acción tu imaginación, jamás sabrás lo que significa tener Paz Interior, y por tanto, no tendrás más remedio que hacer lo que el común de la gente: elucubrar respecto de lo que es la felicidad, y con suerte, creer que tienes una especie de chispazos... de felicidad.

Pero ¡cuidado!, soñar puede convertirse en una especie de droga y generar ilusiones portadoras de grandes frustraciones y otros trastornos de tipo psicológico, que lejos de ayudar en el crecimiento, empantanan y crean condiciones perfectas para hundirse, braceando, sin destino.
Para evitarlo, es imprescindible enfocar cada sueño con visión de futuro, es decir, pensarlo realizado y tener la convicción de que es viable, con fe en nuestra capacidad para acceder a los medios necesarios y lograr implementar las acciones requeridas para llevarlo a cabo, y por supuesto, tener la persistencia suficiente, que será fuerte en directa relación con la motivación existente.


 

 

 


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